Los sofistas sugerían el ateísmo y la anarquía. Ellos decían que, al no existir una Verdad Última (Dios), la bondad y la justicia dependen del capricho del individuo y, por tanto, estas no pueden mantenerse por mucho tiempo.
Evidentemente en la Grecia este pensamiento generó mucha oposición, y entre los detractores, surgió Sócrates, quién nació en el 470 a.C. en Alopece, Atenas.
De acuerdo al ateniense, los derechos soberanos de la verdad y del bien son valores objetivos que se imponen a todos.
Sócrates indujo a sus oyentes a pensar por sí mismos; no dejó, por tanto, un sistema doctrinal escrito y sus enseñanzas se difundieron, con diversas interpretaciones, en diversas escuelas socráticas, que pueden reducirse en: Cínica, Cirenaica y la Megárica.
Uno de sus discípulos más emblemáticos fue Platón, quién a su vez tuvo a Aristóteles de alumno. Ellos tres son, sin lugar a dudas, los tres pilares de la filosofía griega clásica.
La contribución más importante al pensamiento occidental de Sócrates es el modo dialéctico, o método socrático, una forma de búsqueda de la verdad por medio de diálogos.
Las escuelas.
La escuela Cínica, con personajes como Antístenes y Diógenes de Sínope, menospreciaron la civilización promoviendo la vuelta a la naturaleza.
Por su parte, la Cirenaica, con Aristipo como su fundador, proclamó que el placer es el más alto de los bienes. El hombre debe de ser el señor y no el esclavo de sí mismo.
La Megárica, creada por Euclides, combinó la teoría eleática de la unicidad con la ética socrática: el ser es el bien y el mal el no-ser.
Como menciono, Sócrates no dejó ningún libro pero, además de las escuelas socráticas, podemos acercarnos a su doctrina mediante cuatro grandes fuentes: Las nubes, de Aristófanes (una comedia que ridiculiza al ateniense), Los diálogos, de Platón (la obra con el contenido más importante), Los escritos, de Jenofonte (aunque con algunos errores geográficos e históricos) y, las menciones que hace Aristóteles en sus obras.
Como conclusión podemos decir que la sabiduría para Sócrates no consiste en acumular saber sino en revisar lo que se sabe para, a partir de ahí, construir conocimientos más sólidos.
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Fuentes | Montes de Oca, F. (1971). La antigüedad clásica. En La filosofía en sus fuentes (12 – 13). México: Ed. Porrúa.