¿Qué pasaría si al morir pudiéramos ir a un más allá diseñado por humanos? Esa es la premisa con la que parte Upload, serie original de Amazon Prime, que se estrenó el pasado primero de mayo.
La serie nos presenta un futuro no muy lejano, 2033, en el que al morir podemos acceder, si el dinero nos lo permite, a una especie de Paraíso virtual eterno basada en la Nube.
Y aunque con esto tenemos ya un argumento el cuál analizar, aún podemos encontrar algunas cosas:
¿Qué tan ético -o correcto- es vivir para siempre? Aunque, para esta vida, dependemos de que alguien vivo pague un plan de datos mensual (como con el actual Internet móvil) así como el vernos en inmersos en cosas tan cotidianas como la publicidad segmentada de acuerdo a nuestros gustos/preferencias.
También nos topamos con la creciente necesidad de calificar el servicio al cliente y con las actualizaciones constantes que mejoran la plataforma que usamos/vivimos así con micropagos para acceder a mejoras, como un guardaropas más amplio.
Esta digital afterlife es, sin duda, interesante y la comedia original de Amazon Prime sabe cómo, con un excelente humor negro, mofarse de elementos con los que convivimos ahora en el mundo digital y aunque la serie no profundiza demasiado (es una comedia, no está ideada al estilo de Black Mirror) imaginar una vida eterna digital -y con interacción con los vivos– tiene sus claroscuros:
Comenzando con el hecho de vivir para siempre en esta supuesta utopía digital. Afrontémoslo, aunque ha sido el sueño de muchos a lo largo de la historia, tener que vivir día tras día es agotador sumado a que en este Paraíso no tenemos un motivo real.
El avatar (la reacreción digital del ser humano muerto) no tiene nada por el cuál vivir. Está en una especie de hotel todo incluído (con sus restricciones, claro, puesto que si quiere acceder al mini bar tiene que pagar) pero no tiene que hacer nada, no persigue una meta u objetivo ya que cualquier mejora (de su cuerpo o material) se consigue mediante un cargo a la tarjeta.
Y está lo más aterrador: la vida normal sigue. Es decir, sus seres queridos y el MundoReal™ sigue su marcha. Nada cambia, solo el hecho de que él / ella ya no están vivos, y claro, eso tiene consecuencias.
Las relaciones amorosas, aunque con ayuda de la realidad virutal o la realidad aumentada, pasan a ser a distancia y los vivos avanzan, viven, mientras el muerto virtualizado, se queda en un tipo de bucle sin fin.
Morir es -y será– una forma natural de cerrar ciclos. Claro, es doloroso ver que un ser querido se va para siempre pero, al mismo tiempo, las creaturas necesitamos descansar, ya sea en un Paraíso (quiénes creen en el) o solo dejando de existir pero, claramente, dejar la vida de lado.
Vivir eternamente es cansado.
Ser finitos también nos abre la ventana psicológica de la necesidad de trascender intelectualmente. Sabemos que vamos a morir y eso motiva e inspira a muchos a buscar dejar una huella en este mundo. Si no morimos, si existiese esa posibildad…
¿Para qué vivir?
Imágenes | Cinema Gavia, Clipset, Espinof