Ante el COVID-19 la humanidad ha ido experimentando, a lo largo de los días, la necesidad de encontrar consuelo, respuestas o entretenimiento y una manera ha sido mediante el boom de las webinars.
Ya sea de la mano de Zoom, Google Meet o Skype estamos en una era dorada de acceso a la información en donde hemos podido tener acceso a conferencias, charlas magisteriales o educación a distancia. Se han abierto, con lo anterior, muchos paneles de opinión intentando analizar no solo la parte científica, sino todos los eventos sociales, con sus consecuencias filosóficas y morales, que se han desatado –y se desatarán- frente a esta crisis mundial.
Dentro de todas estar reflexiones y análisis nos topamos con una constante: estamos ante un hecho histórico que cambiará nuestras vidas para siempre…
¿Pero será así?
No me mal interpretes, amable lector. Sí, lo que vivimos es algo que la humanidad no había experimentado desde hacía ya algún tiempo: distanciamiento social, uso de cubrebocas obligatorio, la necesidad del lavado constante de manos, desinfecciones masivas, cuarentenas… ¿pero al final -cuando llegue ese final- habremos aprendido algo? Y, lo más importante, ¿cambiaremos nuestras vidas?
Se habla de la necesidad de un humanismo frente a la crisis. Se dice que muchos han aprendido a valorar la finitud de sus vidas. Otros argumentan que ahora aprecian más el tiempo con los suyos. Todo muy lindo pero ¿el efecto durará?
No lo creo.
Como humanos somos tercos. Al momento de una crisis sí cambiamos hábitos y costumbres pero en cuanto la tensión se relaja solemos volver a la rutina. Desafortunadamente muchos de nosotros al pasar de los años solo veremos al coronavirus del 2020 como un mal recuerdo pero sin un impacto real en nuestra vida y formas sociales.
Deseo equivocarme. Espero que podamos decirnos, en unos meses, que como humanidad vencimos a un virus horrible y que este nos dejó lecciones que nos acompañarán hasta el final de nuestras vidas. Que, como aves fénix, resurgimos como una mejor humanidad… ojalá.
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