Para responder a esta pregunta primero tendríamos que definir lo que es el amor y, aunque la idea suena prometedora, lograrlo es complicado. Pero es mejor si reflexionamos no en el qué es sino en el cómo se vive.
Hablo, claro, del amor romántico…
Megan Boley publicó el pasado 27 de abril [de 2020] How to recognize real love (Cómo reconocer al amor real) y, algunas de sus palabras, me motivaron a escribir esta reflexión desde una prespectiva vivencial.
En primer lugar está el hecho de en qué se basa el amor real ya que aunque amor y atracción están vinculadas, amar a alguien no es solo sentir una atracción física, aunque es algo que se experimenta, sino consiste en dar un paso más allá y sentir atracción por la persona, por quién es más allá de lo público.
Decir que amas a alguien solo porque te gusta su cuerpo o por como luce no es amor, es lujuria. Afirmar que las cualidades de esa persona la hacen única es estar perdido en el sentimiento. Lo que hace única a una persona son sus defectos, y aceptarlos totalmente, eso es amor.
Y aclaremos. La lujuria no es mala. Sí, por la cultura judeocristiana la vinculamos siempre a los pecados capitales pero mantener una relación con ese vínculo no es pecado… simplemente, no es amor. Esa es la diferencia.
Boley escribe una frase, que traduzco, que quiero compartir:
“El verdadero amor se trata de ser paciente con tu pareja, y contigo mismo. La vida es dura, el amor es difícil, y las relaciones son difíciles. Las cosas no siempre van a salir bien o de acuerdo con el plan.”
Añado: seguir ahí cuando no todo sale como se espera, eso es amor.
La paciencia implica muchas cosas. Es aceptar, como digo líneas arriba, a la pareja en su totalidad. Es saber que la relación tendrá sus días buenos y días malos pero siempre se tendrá el coraje de luchar por seguir juntos.
Paciencia es superar los muchos obstáculos que siempre se atraviesan. Es saber que, al final, estar juntos es la luz al final del túnel.
La paciencia es una virtud que cuesta mucho practicar. Amar es un aprendizaje constante y, sobretodo, una decisión.
Tú decides a quién amar. Y, aún cuando lo haces, vivirlo día tras día es un reto.
Pero un reto hermoso. Una tarea que se disfruta y te enriquece ya que amar te convierte en una mejor versión de ser humano.
Amar te hace ver la vida con otros ojos.
No lo digo de forma poética sino porque cuando amas logras superar el egoísmo nato del ser humano para pensar en otro: en su felicidad. El amor verdadero rebasa tu ser.
Sí. No es fácil pero es fantástico.
Imagen | Pixabay