Black Mirror es una serie que rescató Netflix para darle una “segunda vida” (más bien, una tercera, cuarta y quinta temporada más un “episodio especial). La producción, de origen británica, ofrece una interesante perspectiva en la mayoría de sus capítulos en los cuales se mezclan distopias, tecnología y crítica social de una forma de lo más interesante.
Aunque recientemente sus últimos episodios (sobretodo la cuarta y quinta temporada –esta última que cuenta con solo tres-) han venido un poco abajo, se pueden aún rescatar ciertos puntos particularmente llamativos.
En el capítulo final de la quinta temporada (Rachel, Jack y Ashley Too) en el que destaca la participación de Miley Cyrus, podemos ver un peculiar análisis sobre la manera en que mentalmente vamos cambiando a lo largo de los años.
Aunque de hecho el capítulo no versa en eso (o quizá no es la intención original del mismo) vemos cómo una artista pop, Ashley O (interpretada por Miley), es víctima de su manager-tía al ser manipulada para seguir con una versión edulcorada de sí misma cuando su yo interior desea mostrar una nueva versión, más atrevida… per se una chica que maduró y que no tiene los gustos de la versión infantil que el mundo conoció.
Para no spolear, me quedo hasta aquí.
Y con ello creo podemos analizar perfectamente mi punto y la forma en que, sin quererlo o no, Black Mirror muestra una perspectiva interesante sobre cómo vamos evolucionando a lo largo de nuestra vida.
Un joven de veinte años no tiene por qué mantener los mismos gustos o aficiones que profesaba a los quince, y mucho menos ese adulto de treinta tendría que conservar sus pensamientos sobre la vida o sobre dios -por ejemplo- que cuando tuvo veinticinco.
Todos crecemos.
Cambiamos. Evolucionamos. Crecemos… pero el problema es, como la tía de Ashley O, que el mundo o las personas cercanas a nosotros se niegan o no quieren aceptar que somos una versión diferente; es decir, todos podemos y debemos sufrir de un up date de nosotros, sin necesariamente perder nuestra esencia personal.
Podemos y debemos cambiar.
Es sano, necesario, natural… es vital que el ser humano madure y cambie porque mantenernos como siempre no nos lleva más que a no avanzar, a no aprender y, sobretodo, a estancarnos en la misma dinámica de toda la vida.
Es verdad que no siempre agrada, y es verdad que muchas veces encontramos remanencia a crecer, ya sea desde incluso nosotros mismos hasta con las personas a nuestro alrededor pero debemos entender y aceptar que no podemos -ni debemos- ser los mismos.
Gustar o no a otros no es lo importante. Lo valioso y fundamental de cualquier metamórfosis será, sin duda, que nosotros, como Ashley O, seamos felices con el resultado de nuestro cambio.
Imagen | Diario “El Comercio”.