El once de febrero de dos mil trece el mundo vivió un suceso del que no se tenía memoria en la historia reciente. Por primera vez, en el papado moderno, un pontífice renunciaba al cargo.
-“[…] he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino […] para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario […] el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí […] he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado […] con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, sucesor de san Pedro, que me fue confiado […]; la sede de san Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice. […] ”
El cristianismo vivió, desde aquél anuncio de su renuncia hasta el veintiocho de febrero [día en el que se “aplicó], una etapa de incertidumbre y novedad. Por primera vez, en el siglo veintiuno, el mundo sería testigo de un cónclave horas después de decir adiós, mirando al cielo, al helicóptero que transportaba al primer Papa Emérito del que se tuviera memoria.
El bLog de miguE tuvo una peculiar cobertura del hecho. Fue algo que me impactó ya que, he de confesar, admiro a Joseph Ratzinger: al teólogo, al erudito, al papa… a su persona.
Pocos años después, y mientras el catolicismo sigue con dos papas en Roma, Joseph Ratzinger vuelve hacer historia: por primera vez un Papa hace un balance de su pontificado, confesándose en público y con sinceridad, a través de un laico, Peter Seewald, periodista y escritor alemán además de biógrafo personal de Ratzinger.
El nueve de septiembre [de dos mil dieciséis] se hizo la presentación en Roma del libro-entrevista “Benedetto XVI: Ultime converzationi, un mes después, el diez de octubre, salió la versión en español: Benedicto XVI: últimas conversaciones.
Durante las entrevistas, que acontecieron tanto antes como después de su renuncia, Benedicto XVI hace un balance a su papado tocando temas medulares en su gestión como el Vatileaks pero sin dejar a un lado su relación con Juan Pablo II o con su amigo Küng (un notable teólogo alemán a quien Ratzinger confrontó retirándole la licencia para la docencia de la doctrina católica).
Además, al ser una plática entre amigos, Ratzinger tiene la soltura de hablar sobre su infancia, un viejo amor y de emitir opiniones personales hacia su sucesor Francisco, recordar su vocación así como la etapa en la que fue el gran doctor y docente de teología.
Y es así, a cuatro años de su renuncia, que el bLog de miguE rinde un homenaje a Joseph Aloisius Ratzinger, recogiendo las mejores citas del libro, las que más me marcaron, para intentar así conocer un poco mejor al hombre debajo de la sotana blanca de Papa Emérito porque solo leyéndole se puede comprender la verdadera impronta del pontífice alemán.
Y que mejor si se hace desde una óptica tan personal.
“La teología es la reflexión sobre lo que Dios previamente nos ha dicho, sobre lo que ha pensado con anterioridad para nosotros. Uno debe ser también un oyente, para no solo impresionar a las personas (con el conocimiento sobre Dios) sino conducirlas a Dios, la palabra necesita inspiración”.
“Los verdaderos problemas de la Iglesia no radican en la disminución del número de miembros, sino en la pérdida de fe. La crisis se origina en la difuminación de la conciencia cristiana, en la tibieza en la oración y las celebras litúrgicas, en el descuido de la misión”.
“El (hablando del Papa como ministerio) no es el jefe, el objeto de culto de la Iglesia que se pone a sí mismo en primer plano. Tan solo ocupa el lugar de otro, él único que debe ser amado y creído: Jesucristo“.
“El poder (sobre ser Papa) nunca lo experimenté como algo que me hacía fuerte, sino siempre como responsabilidad, como un peso, como una carga.”
“Debía esforzarme (durante su papado) por mostrar qué significa la fe en el mundo actual […] restablecer la centralidad de la fe en Dios“.
“No porque me lleves al cielo ni porque me condenes al infierno os amo, sino porque sois mi Dios (oración de Francisco Javier, de la que confiesa tenerle como favorita)”.
“Si no entiendo algo (sobre comprender cuestiones de fe), no es porque eso sea falso, sino porque yo soy demasiado pequeño para entenderlo“.
“Por mucha confianza que tenga en el que el buen Dios no puede rechazarme (sobre la muerte, si tiene miedo a ella), cuanto más cerca estoy de su rostro, tanto más fuertemente me percato de cuántas cosas he hecho mal […] el lastre de la culpa le oprime a uno, aunque la confianza fundamental está“.
“Si un Papa no recibiera más que aplausos, debería preguntarse qué es lo que no está haciendo bien. Pues en este mundo el mensaje de Cristo, empezando por Cristo mismo, es un escándalo“.
“No se debe dimitir (sobre el momento en el que lo hizo, en medio según la opinión pública, de un escándalo por el Vatileaks) cuando las cosas van mal, sino cuando la tempestad se ha calmado. Pude renunciar porque el sosiego había vuelto […] No cedí a ninguna presión ni tampoco huí por incapacidad de manejar esas cosas”.
Pregunta de Peter Seewald: “¿[…] su renuncia ha contribuido a secularizar el papado. Este habría dejado de ser un ministerio incomparable para convertirse en un cargo como otro cualquiera?”:
“Antaño tampoco el obispo podía renunciar a su ministerio […], una serie de obispos decían: soy padre y voy a seguir siéndolo. Uno no puede dejar de serlo sin más. Eso equivaldría a una funcionalización y mundanización […] que no se le debe aplicar al obispo. […] un padre biológico deja de serlo llegado el momento (a forma de alegoría). Nunca deja de ser padre, por supuesto, pero sí que se libera de la responsabilidad concreta. Sigue siendo padre en un sentido profundo e íntimo […] el Papa no es un superhombre y su existencia no basta por sí sola, sino que también tiene que desempeñar funciones. […] el ministerio papal no ha perdido nada de su grandeza, aunque quizá se haya hecho más patente la humanidad de su ministerio.
“A las exigencias no puede uno plegarse (sobre la posibilidad de que a otros Papas se les “exija” renunciar) […] Nunca se debe de ceder a las presiones. Uno solo puede marcharse cuando nadie lo exige“.
“Por lo general no existe motivo para ello (sobre algún consejo que le pida Francisco). […] lo hago, por supuesto; me manifiesto sobre lo que me pregunta. Pero en conjunto estoy muy contento de que no se me suela involucrar”.
Sobre la frase que Ratzinger empleó en la invitación a su primera misa, el entrevistador le cuestiona el motivo (FRASE: No somos dueños de vuestra fe, sino cooperadores de vuestro gozo).
“[…] el sacerdote siempre es siervo […] trabajamos intensamente para no llegar siquiera a subirnos a ese pedestal […] la conciencia de que no somos señores, sino colaboradores, servidores, fue para mí aparte de consoladora, personalmente importante para dar el paso de la ordenación”.
Sobre su sentir acerca de no haber sido elegido para una impartir una cátedra de dogmática, poco tiempo después de terminado su doctorado.: “Eso le hace bien a uno: tener que reconocer de cuando en cuando su insignificancia […] pienso que conseguir meta tras metas con tanta facilidad y además con alabanzas es peligroso para un joven. […] en la vida no se va sin más de triunfo en triunfo, sino que también hay derrotas”.
” […] la teología tiene, por supuesto, su propia libertad y tarea […] en consecuencia, no puede ser por completo sumisa al magisterio”. ” […] necesitamos al Dios que ha hablado y sigue hablando, al Dios vivo. Al Dios que me conmueve el corazón, que me conoce y me ama. Pero en algún lugar debe de ser accesible también al entendimiento. El hombre es una unidad. Y lo que no tiene nada que ver con el entendimiento, sino que transcurre totalmente al margen de él, tampoco puede ser integrado en el conjunto de mi existencia; no deja de ser un cuerpo extraño”.
“Marcharme tan solo por enfado sería, sin embargo, una decisión errónea (sobre su decisión de dejar un puesto en Bonn -Alemania- para impartir clases de dogmática en Münster -Alemania-).
“Todo lo escribo en taquigrafía. De lo contrario emplearía demasiado tiempo en escribir”. “Ya de pequeño escribía a lápiz y he conservado esa costumbre. El lápiz tiene la ventaja de que se puede borrar. Cuando escribo algo a tinta, escrito queda.”
“La teología (de Küng) no era ya una interpretación de la fe de la Iglesia católica, sino que [se] reflexionaba sobre sí misma, sobre cómo podía y debía ser. Como teólogo católico […] no era conciliable con la fe”.
“[…] uno también sabe que no se puede vivir de los sueños (en relación a su designación como arzobispo de Múnich, y el hecho de ya no seguir dedicado a la profesión de sus sueños: la docencia)“.
“Necesito dormir mucho, unas siete, ocho horas”.
“O escucho música o escribo (respuesta a la pregunta: ¿trabaja usted con música?, cuando escribe, por ejemplo) […] Cuando quiero escribir algo o pensar, no necesito más que silencio. Debo estar solo. Tengo que poder concentrarme con calma en los libros, dejar que madure el pensamiento”.
“Un Papa no tiene por qué ser un erudito en teología […] a un catedrático le pesa el hecho, de esto se da cuenta uno a posteriori, de que considera las relaciones de la vida desde una óptica en exceso teórica, lo cual constituye, sin duda, un peligro”.
“Al encargo sacerdotal le es inherente siempre una cierta medida de trabajo pastoral […] Quizá he pensado y escrito demasiado; es posible“.
“Por la mañana necesito en la santa misa quietud y recogimiento (sobre la práctica, durante su papado, de no tener invitados en la misa matutina y en las comidas) […] No soy capaz de empezar el día con encuentros. Necesito celebrar la eucaristía sin demasiados fieles y a continuación poder orar en silencio, así de simple […] ver rostros nuevos todos los días […] eso habría sido demasiado para mí. […]”.
“Siempre se ha sabido que en la Iglesia hay suciedad“.
“Es posible, por supuesto, que el Evangelio desaparezca de algunos continentes […] pero nunca puede dejar de ser anunciado y nunca devendrá irrelevante”.
“Si no conocemos ya a Jesús, la Iglesia está acabada“. “Lo importante es […] que no solo anunciemos la fe en formas verdaderas y buenas, sino que aprendamos a entender y expresar esas formas de un modo nuevo para nuestro presente”.
¿No le conmocionó descubrir (con el Vatileaks) que en el Vaticano existen envidia, celos, afán de hacer carrera e intrigas? “En realidad, es algo que ya se sabía. En un organismo con varios miles de personas es imposible que no exista más que puro bien. Es necesario admitirlo […] las redes también atrapan peces malos”.
“[…] hoy el cristianismo ya no es sinónimo de cultura moderna (sobre su visión del futuro del cristianismo) y que la forma fundamental fundamental cristiana ha dejado de ser determinante […] la sociedad occidental, al menos en Europa, ya no será sin más una sociedad cristiana.
“La parte política del ministerio (sobre el Papado) era de algún modo lo que más me costaba”.
¿Cuál considera que es su lado débil? “Quizá gobernar de forma clara y con metas bien definidas, tomar las decisiones que son necesarias […] el gobierno práctico no es lo mío.”
Por ninguna parte existe algo que uno pueda imaginarse como el cielo en el que supuestamente tiene Dios su trono… ¿dónde está en realidad ese Dios […]? “En efecto, algo así no existe: un lugar donde él tenga su trono. Dios mismo es el lugar por encima de todos los lugares […] Hay que desprenderse enteramente de esas antiguas nociones espaciales, que no sirven ya, aunque solo sea por el hecho de que el universo, si bien no infinito en sentido estricto, sí que es tan grande para nosotros los hombres podemos calificarlo de infinito. Y Dios no puede estar en algún lugar, dentro o fuera, sino que su presencia es de índole distinta. Es realmente importante que renovemos en muchos aspectos nuestro pensamiento […] Así como entre las personas existe la presencia anímica, el que dos hombres puedan estar en contacto aunque se hallen en continentes distintos al ser una dimensión distinta a la espacial, así tampoco Dios está en un lugar concreto […] él es la realidad. La realidad que sostiene toda realidad. Y para esta realidad no necesito un dónde. Porque estar en un lugar implica siempre una limitación. […] es necesario crear esquemas de representación que ayuden a los hombres a entender en la actualidad que no deben buscar a Dios en un lugar concreto“.
“El que [Dios] sea persona (el concepto de divinidad cristiana aboga por un Dios personal versus con algunas creencias que definen lo divino como una energía, un modo de espíritu) significa que no se puede circunscribir a un lugar concreto. En nosotros los seres humanos, la persona es también lo que trasciende el mero espacio y me abre a la infinitud. Lo que me permite estar aquí y en otro lugar al mismo tiempo. Lo que me hace que no esté solo allí […] donde se encuentra mi cuerpo, sino que viva con un horizonte más amplio. […] justo porque Dios es persona, no puedo fijarlo en un lugar físico [el Cielo] concreto, pues la persona es lo abarcador, lo diferente, lo mayor”.
“La preparación para la muerte consiste en aceptar la finitud de esta vida y en encaminarse interiormente hacia el encuentro con el rostro de Dios. Lo hago (pensar sobre la muerte) penando una y otra vez que el fin se acerca. Intentando hacerme a la idea y, sobretodo, manteniéndome presente a mí mismo. Lo importante no es que me lo represente, sino el hecho de vivir con la conciencia de que toda la vida se dirige hacia un encuentro”.
El libro es sin duda un mangar para profundizar en Joseph Ratzinger de una manera algo inusual. A él nos podemos acercar, como creyentes o críticos, por medio de sus innumerables obras o en última instancia con el legado de sus ocho años de papado pero hacerlo guiados por él, de una forma cercana, como lo logra Peter Seewald, es un algo que no se puede comparar.
¿Un nuevo Padre de la Iglesia?, el tiempo lo dirá.
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