El relato sobre cómo Jesús caminó sobre las aguas es un suceso por muchos –creyentes y no creyentes-, conocido; me atrevo a afirmar que es tan famoso como el mismo protagonista ó como la conversión de agua corriente en vino pero realmente ¿podemos fiarnos de la historicidad del mismo?
La narración la leemos en tres de los Evangelios canónicos: Mateo capítulo catorce, versículos veintidós al treinta y seis; Juan capítulo seis, versículos del dieciséis al veintiuno; Marcos capítulo seis, versículos del cuarenta y cinco al cincuenta y dos.
Muchas personas se obsesionan con el hecho de querer hacer coincidir con una aparente lógica hechos y sucesos bíblicos, escritos en un libro cuya finalidad fue/es asentar la fe, con la realidad científica. Tenemos el ejemplo (en relación a lo que tratamos en este breve artículo) a un grupo de científicos que aseguraron que Jesús pudo hacer su caminata marina sobre un trozo de hielo.
La Biblia, en su conjunto, es un libro religioso que persigue únicamente transmitir un hecho concreto: Dios, el dios de Abraham, Isaac y Jacob, es el hacedor y conductor del Orbe; los recursos literarios empleados para trasmitir el mensaje no buscan explicar hechos históricos concretos según la manera la cual se narran.
El relato de Jesús caminando sobre el mar es una narración, no solo una frase; explico: no se dice únicamente “… caminó sobre las aguas” ó “…tenía hambre y cruzó el lago para buscar algo de comer“. El texto narra algo y lo primero que se debe de hacer al momento de la exégesis –interpretación– es reconocer ese pequeño detalle.
En las narraciones de los Evangelios los discípulos están por lo general siempre con Jesús. En el hecho en particular de la caminata sobre el agua, Jesús los envía a ellos primero solos, a propósito.
Los apóstoles están en medio del lago, remando sin llegar a alguna parte en concreto, el viento es fuerte y, en medio de dicha tempestad, llega Jesús caminando sobre el agua. Estamos, pues, ante un milagro dentro de una parábola.
Los discípulos pensaron que estaban viendo a un fantasma y se aterrorizaron. ¿A qué les recuerda? En los relatos de las apariciones de Jesús resucitado los discípulos también pensaron que veían a un fantasma.
Si aceptamos el hecho de que es una narración alegórica tenemos por lo consiguiente un mensaje escondido: en los inicios del cristianismo –cuando se redactan los Evangelios– la naciente comunidad de cristianos, a la postre la Iglesia, intenta dar sus primeros pasos sin Jesús.
Los doce en el barco del relato representan a dicha Iglesia (sea a sus líderes o a la Iglesia en conjunto); cuando intentan zarpar sin Jesús (de esa presencia mística de la que se habla todavía), reman como locos sin llegar a ninguna parte: mucha actividad sin progreso.
Cuando se está rodeado de adversidad (caos, ambiente perturbador: simbolizado por el mar en la mentalidad judía), la seguridad y la salvación se experimentan únicamente en una Iglesia que tiene a Jesús en su seno.
El barco, por otra parte, fue de los primeros símbolos de la cristiandad (representando, precisamente, a la Iglesia); el barco, a su vez, no es estático sino un vehículo que pretende llegar a algún lado: la cristiandad tiene, por mandato de Cristo, la misión de evangelizar.
El doctor en teología bíblica Ariel Álvarez Valdés (ex sacerdote argentino) expresa en “Los misterios de la Biblia” acerca del milagro de caminar sobre las aguas lo siguiente:
“La caminata de Jesús no fue un hecho sobrenatural ni tampoco natural, sino que simplemente no se produjo. Por eso no debe tomarse literalmente, como si se tratara de una crónica histórica. Es más bien un relato compuesto por las primeras comunidades cristianas para transmitir una idea teológica“.
Si entendemos dicha idea teológica dentro del contexto de la narración nos topamos con algo aún más fascinante.
El hecho se narra previo al milagro de la multiplicación de los panes. Así pues el mensaje evangélico expone cómo los cristianos se encontraban en una especie de desierto de sus vidas (por haber perdido a su Maestro) sintiéndose solos y experimentando hambre de atenciones siendo alimentados con un pan especial –la Eucaristía / Fracción del Pan– que ofrecía la naciente Iglesia gracias al poder de Jesucristo.
La caminata marina ilustra, siguiendo el relato, la forma en que éste Jesucristo se hacía presente en el grupo que había comulgado y que se lanzaba de noche (en un mundo hostil) al anuncio de la Buena Nueva.
Así pues, ante las adversidades, al haber participado en la Fracción con el grupo –la Iglesia-, Jesús encontraba para ellos la forma de infundirles ánimo y calmar sus temores.
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Comentarios escritos basados en la reseña de Antonio Piñero a un libro del autor argentino Ariel Álvarez Valdés.